miércoles, 24 de marzo de 2010

Voracidad, por Judith Márquez


Y devoraba  inviernos de ilusiones gastadas
Masticaba hojas secas, distancias venideras
Deglutía en silencio primaveras eternas
Sus aromas, las flores y quizás su belleza
Ingería expectante, pero sin mediar pausa
La secuencia en cadena de maleables veranos
Y tragaba en exceso, longitudes, caminos
Dentelladas de tierra, de volumen, y cielo
Mascullaba, mordía, las ausencias, las sombras
Custodiando esperanzas de la alianza y  encuentro
trituraba lloviznas, corroía sequías.
Y hasta un día me hallé digiriendo una estrella
Amparada en el cruel desenfreno del tiempo
refugiada en anhelos yo roía y roía
Engullí los recursos con los dientes gastados
Consumí las jornadas y períodos sin tregua.
Sin embargo el desdén, la latencia y hastío
y tu equívoca voz de que el  tiempo no pasa.
La inclemencia fatal, la erosión del destino
me encontró atiborrada, con estómago lleno
repugnante en espacios y en tiempos no vividos.
Con colmillos sin filo, con el alma en un hilo
Con la apnea de espera, aguardando un latido.
Sin las cuatro estaciones, sin fragmentos de cielo
Sin la estrella que guía,  sin la hoja, ni el viento
Sin la flor, sin la nieve, sin la brisa o la llama
Sin el ciclo perenne, sin  amor, sin olvido.
Sin la voracidad como quien se ha vencido.

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