sábado, 30 de enero de 2010

Cielo de tí, de Luis Alberto Spinetta


Una luna en tu noche tiene tiempo,
una figura de tus manos tiene mucho más.
Yo no tengo un solo signo tuyo en mi,
ya no se si quizá hay que jugar.

Los gemidos de tu siesta tienen tiempo,
y los fantasmas que amas tienen algo al fin
Yo no tengo un solo rastro tuyo en mi.
¡Oh! mi amor, sólo cabe luchar.

Sin despertar es como te atarás,
si no comprendes tus ojos brillarán,
solo brillaran...

Los desiertos y tus pasos
tienen tiempo,
Las mareas y las estelas
tienen cielo de ti,
ojalá tuviese yo tu amor así,
sin saber como entrar o como salir.

viernes, 22 de enero de 2010

El desalojo, de Judith Márquez


...Y sin voltear atravesó, cabizbaja, aquella puerta. Había pasado demasiado tiempo desde el recordado episodio en donde, fruto de sus arrebatos de elefanta joven, había quitado la vida. Momento en el que Dios sordo, ciego y mudo había determinado su ostracismo hasta la toma de una resolución definitiva. La sentencia tardó en llegar. Pero ahora, luego de la ruptura del desmesurado silencio, se retiraba despacio acatando el desalojo impuesto. Arrastrando toneladas de pesares y culpas recordó apagar las luces... Las escasas luces, encendidas todavía, de su alma ávida de perdones. Final del Paraíso -se escuchaba en el aire. ¡Nadie discute las decisiones del Supremo¡ -se repetía . Sólo restaba simular estar viva allá afuera, en el Infierno terrenal.

domingo, 17 de enero de 2010

Me sobra el corazón (de Miguel Hernandez)


Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.

Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.

No puedo con mi estrella.
Y busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.

Si no fuera ¿por qué?... no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.

Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.

Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?

Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?

Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.

Me sobra corazón.

Hoy, descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.

No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.