domingo, 6 de junio de 2010

Tácito, por Judith Márquez


De mí lo oculto  en el cabello
En el rizo, en la vuelta de espirales.
En la antesala de mis uñas
En el resplandor del  respirar nocturno
En la almohada invernal, de golpes de puñal
En la pluma que cae lentamente.
De mí el segundo, el minuto  y horas, tal vez,
con sublimes fracasos
La piel  con su tibieza rebosante de lavandas,
Vainilla y sin querer jazmín y rosas.
La sincronía del silencio roto en mil esquirlas de murano antiguo
La melodía de mi sombra danzando en madrugada
El despertar de  ojos arañando la luna
Enhebrando las voces de recuerdos gastados.
De vos lo implícito, lo nunca visto, lo perenne, lo ciego para otros
La impercepción del movimiento de tus horas
La locura , el arrojo , el honor y el delirio
La remembranza histórica de pasos y tropiezos
La quimera, el ardor, la eternidad sin ojos
De mí lo tuyo, que es también lo mío
De mi tu sol, mi Tierra y Marte,
Es  ese lago azul, el río virgen
La plenitud de aquel cañón sin pasos.
De mí tu voz, tu media luz y sólo a veces faro
La sinrazón , la huida , el titubear en olas
Tu terquedad, lo magro, el retroceso
De vos, lo mío, esta distancia, este silencio calmo
La inmensidad, lo arrollador, la llama
Lo indivisible, él átomo, el reloj
El positrón con su electrón
Los años…
Y esta existencia gris, a veces tácita 
de irremediablemente amarillos ocasos.