viernes, 22 de enero de 2010

El desalojo, de Judith Márquez


...Y sin voltear atravesó, cabizbaja, aquella puerta. Había pasado demasiado tiempo desde el recordado episodio en donde, fruto de sus arrebatos de elefanta joven, había quitado la vida. Momento en el que Dios sordo, ciego y mudo había determinado su ostracismo hasta la toma de una resolución definitiva. La sentencia tardó en llegar. Pero ahora, luego de la ruptura del desmesurado silencio, se retiraba despacio acatando el desalojo impuesto. Arrastrando toneladas de pesares y culpas recordó apagar las luces... Las escasas luces, encendidas todavía, de su alma ávida de perdones. Final del Paraíso -se escuchaba en el aire. ¡Nadie discute las decisiones del Supremo¡ -se repetía . Sólo restaba simular estar viva allá afuera, en el Infierno terrenal.

1 comentario:

Édgar Ahumada dijo...

Judith, eres una poeta! Quiero hacerte una sugerencia. Tu obra, por lo pronto Escasez y El desalojo podrías colocarlos también como "Nota" en la página de Facebook. Qué bien nos caería a todos, y si me incluyes en los enlaces te lo voy a agradecer enormidades. Ya desde hoy te seguiré. Tu amigo, Édgar.